El Viaje hacia el Mar

                                                           El Viaje hacia el Mar

(...)Como sus amigos -los invitados para ver el mar- no venían, Rodríguez fue al fogón a buscarlos.
-Vamos... -dijo-. Los traje a ver el mar y ustedes están aquí, bajo los árboles... Árboles hay en todos lados.
Los otros no dijeron nada. Lo siguieron callados y pacientes.
-El mar -decía Rodríguez- es una cosa muy soberbia y bárbara... Para mí es un misterio que no me puedo explicar...
Los otros seguían callados tratando de saber a que conclusiones quería llegar Rodríguez. Y tratando además de explicarse por qué éste les había hecho hacer aquel viaje para ver el mar. Cierto era que ellos nunca lo habían visto, pero bien se podía comprender sin verlo que el mar es el mar.


Ya estaban frente a aquella cosa soberbia, bárbara y misteriosa -según Rodríguez-, callados, esperando cada uno la voz del otro. Caía el sol.
-¿Qué te parece? -preguntó Rodríguez a "Siete y tres diez", señalando con el brazo extendido hacia el poniente.
-Y...-respondió aquél- es pura agua... Más o menos como la tierra que es tierra... nada más que es agua...
Rodríguez sintió rabia y desilusión. ¿Aquélla era una contestación? ¿El y el mar merecían esta afrentosa respuesta?...
-¿Y si es agua qué te voy a decir? ¿Qué es tierra? -terminó "Siete y tres diez".
El Vasco se había agachado. Apretaba y soltaba el puño levantando y dejando caer puñados de arena.
Rodríguez se dirigió a él:
-¿Y a vos qué te parece?
El Vasco lo miró como si hablara en inglés.
-¿El qué? -preguntó.
-¿El qué? ¿Qué va a ser? ¡El mar!
El Vasco lentamente dijo lo siguiente:
-¿El mar?... Lo más lindo que tiene es la arena... ¡No parece arena y es arena!
"Leche con fideos" estaba por allí. Rodríguez meneó la cabeza desilusionado. Con la vista lo interrogó:
-¡Qué cantidad de agua! -dijo "Leche con fideos"-.
De lo que no me doy cuenta es para dónde corre...
Se acercó a Rataplán.
-¿Qué decís, Rataplán -preguntó Rodríguez-, es grande o no es grande esto?
-Es -respondió y volvió a repetir- es. Pero no tiene barcos... Y para mí un mar sin barcos es como un campo sin árboles... ¿Entendés lo que te quiero decir?... Pintás un campo y si no le ponés un rancho o un árbol no te representa nada...
Eso ya era algo. Rodríguez se consideró obligado a explicarle a aquel infeliz que no sabía nada del mar, algunas cosas del mar:
-Mirá: los barcos pasar por el canal. Como a dos leguas de aquí... Ahora mismo estará pasando alguno.
Rataplán trato de pararse en puntas de pie y miró en la dirección que señalaba Rodríguez.
-Yo no veo nada, dijo.
-No los ves porque la tierra es redonda...
Se disponía a seguir cuando Rataplán, con sorna, preguntó nuevamente:
-¿Y el agua es redonda también?
Rodríguez no pudo más. Se dió vuelta e inició el camino de regreso hacia el campamento...



Morosoli





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